en mi corazón. Recuerda que Jesús conoce mejor a nuestros hijos y los ama más que nosotros. El Señor observa y protege. Nunca duerme (Salmo 121). Aun si habitaran en el extremo del mar, ahí los asirá su diestra (Salmo 139). Si somos sinceros, todos podemos reconocer que criar un hijo (en especial, uno que está lejos de nosotros y de Dios) desafía nuestra fe. Al mirarlos luchar con la fe, también podemos tener nuestras propias luchas. En Deuteronomio 8:2, Dios le dice a su pueblo
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